martes, 4 de septiembre de 2007

Tránsitos (II)

Los recuerdos solo existen allá donde el tiempo tiene sentido.

Aquí sigo, en la estación, esperando que un tren me lleve. Observando...

Hace un rato se alejo la ultima locomotora. Y desde entonces me he dedicado a mirar como se deposita el silencio. Los grados de silencio son muchos y variados, y aqui en el anden los puedo percibir como acuden uno tras otro.

El primero en aparecer es el silencio tranquilizador. ¿Como describirlo? Imaginad el patio de recreo del colegio mas grande del mundo, miles de críos, centenares de balones, gomas, cuerdas y similares. Alboroto, bullicio y un timbre, quizás una sirena. Observa como aparece el silencio, ocupando el lugar que dejan los niños. Siéntate y disfrútalo, como con el llega la apacible calma.

Una vez los pequeños han entrado a sus clases, aparece un nuevo silencio, el silencio falso. Cuando ya todo esta en calma, descubres el sonido de los pájaros. ¿Pero estaban allí? Si, si que estaban. Lo que te esperabas como una ausencia, se muestra ante ti como un ligero fondo de sonidos que antes no percibías.

En cierto instante las aves callan, el pasar del viento acaba. ¿Que ha pasado?¿Donde están?¿Se habrán ido? Aguzas tus sentidos. Te concentras en la búsqueda de algún sonido. Al acabar las esperanzas de encontrar un sonido conocido, te centras en buscar cualquier especie de sonido. Contienes la respiración. Diez segundos. Nada. Veinte segundos. Nada de nada. Treinta segundos. Vacio. Comienzas a respirar por el propio placer de escuchar el funcionamiento de tus pulmones. Lo intentas otra vez, vuelves a sujetar el aliento. Piensas en escuchar como crecen las grietas en los edificios. Esto es lo que puedes denominar como un silencio intimo, aquel en el que lo único que puedes oír es a ti mismo.

Pero el silencio sigue cayendo. Ya no hay sonido de tus pulmones, ni el palpitar de tu corazón. Pretendes gritar y no puedes. El ultimo silencio. Este solo ocurre una vez... Oh, se acerca un tren. El silencio huye espantado.

Aunque este tren tampoco es el mio.

Hay otros silencios, el silencio anterior a un beso, el silencio en una caída... muchos. A mi especialmente me gusta el de los sábados por la mañana, dentro de la cama. Mirándote. Allí donde discurre todo el universo, donde el tiempo no tiene sentido. Quizás por eso no tengo recuerdos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Escuchar el silencio, una de las mayores contradiciones.

Ha pasado un tren y te has tenido que bajar pero pasara otro, mañana, pasado o el mes o el año que viene. Tranquilo... será un tren lleno de ilusiones, de vivencias, de mil cosas porque lo mejor de esta vida es viajar aunque el recorrido sea cercano aunque solo dure 15 dias o sea un viaje para toda la vida.

José, tranquilo, siente ese silencio pero no te recrees en él, vuelve porque te estamos esperando.